viernes, 24 de marzo de 2017

Monstruo


Una noche cualquiera de hace casi treinta años, una ruidosa familia tipo abrió, desde adentro, la puerta del sufrido ascensor de ese hotel eterno, inmutable, a todas luces inmejorable, e hizo su aparición en el lobby.

La señora, hermosa mujer, dejó el pesado llavero metálico sobre el mostrador de recepción y se despidió, mientras el padre sostenía, con melodiosa tonada mediterránea, un diálogo con los chicos.

-       -  No queremos ir al show, pá.
-       -  ¿Cómo que no? ¿Y que quieren hacer?
-       -  Quedarnos en el hotel.
-       -  Pero no pueden quedarse solos en la habitación…
-       -No, pá. Nos quedamos acá, abajo, con Juan Maaaanuel. Le ayudamos a atender el teléfono y dar las llaves.

El padre me mira y dice: - ¿escuchaste?

-Sí, le digo. - Dale. Después te paso la factura de niñero

Y el tipo, grandote, simpático, quizás en su mejor momento artístico, se acerca y con la sonrisa enorme, me dice:

- No hay prooooblema. Total yo le voy a cobrar al Gallego las horas extras de los nenes.

La vida de otro, desde la propia óptica, no es una película, sino una suma de flashes. Y éste es el recorte que tengo del señor Daniel Reyna, Sebastián, un tipo sencillo, muy simpático y amable.


Descansá en paz, Monstruo.