domingo, 10 de octubre de 2010

Decisión

No necesitabas contarme nada, aunque podrías haberlo hecho. Nunca me creí lo del lunes. Entiendo y te hubiera entendido entonces. No es necesario excusarse en mi muro. Mi manera de relacionarme tiene que ver con que expresiones de ese tipo causen el mas terapéutico de los efectos: una sonrisa. Es sólo eso. Pero no se te puede reprochar no conocerme. Por lo demás, fue breve…. pero MUY lindo!! Lo que hice, lo hice con ganas y lo que dije, lo dije sinceramente. Espero que estés bien. Te mando un beso".

Revisó minuciosamente el texto escrito. Faltas de ortografía nunca iba a encontrar. Sólo buscaba que su lectura cause emoción. Generalmente cuando escribía hacia reir (mucho), llorar (ese acto ambivalente) o provocaba infinitas ganas de trompearlo. En estas líneas quería causar curiosidad. Que se pregunte: que hubiera pasado si seguíamos? La curiosidad provoca recidivas amorosas.Le dio la última revisión. Cambió una palabra. Puso MUY, así, en mayúscula. Firmó con su apellido. Y clickeó enviar. Abrió la bandeja de enviados y se posó sobre ese mensaje. Contó cinco renglones, seis con la firma. Demasiadas letras para una relación de menos de una semana.

Fue ahí que decidió no parar de escribir.

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